para qu sirve y cmo tomar este antifngico

El fluconazol es un fármaco antifúngico que pertenece a la familia de los azoles y ejerce su acción alterando la membrana celular de los hongos. Se emplea fundamentalmente para tratar infecciones micóticas que pueden estar localizadas en el torrente sanguíneo, el cerebro, los genitales (pene, vagina), las mucosas (garganta, boca) o la piel.  “Lo que hace es impedir el crecimiento de los hongos; no los mata, pero su efecto a largo plazo supone una curación de la infección”, explica Carlos Fernández Moriano, responsable del área de divulgación científica del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos (Cgcof).

Este fármaco, al igual que el resto de los antifúngicos y antibióticos, debe administrarse siempre con receta. Solo así se consigue un control médico que garantice la eficacia del tratamiento, prevenga la aparición de efectos adversos y evite el uso inadecuado que propicia la aparición de cepas resistentes de hongos y bacterias.

Tratamiento de las candidiasis y otras infecciones

El fluconazol se utiliza de forma habitual para tratar la candidiasis vaginal o vulvovaginitis candidiásica, que es una infección genital causada por la levadura Candida albicans.

La cándida puede formar parte de la flora vaginal normal de muchas mujeres. Sin embargo, en ocasiones su crecimiento se descontrola y produce un desequilibrio que causa inflamación y otros síntomas relacionados. Esto puede deberse a alteraciones en las condiciones de la mucosa vaginal, como cambios en el pH, temperatura, humedad, cambios hormonales o desequilibrios en la flora vaginal normal. Según describe David Fuster,  ginecólogo de Vithas Valencia 9 de Octubre, “la candidiasis vaginal provoca irritación, flujo blanquecino y grumoso e intensa picazón en vagina, vulva y toda la región perineal”.

Se calcula que esta infección “afecta hasta 3 de cada 4 mujeres en algún momento de la vida”, agrega el especialista, y cuando se produce “es necesario el tratamiento con un antifúngico que puede ser aplicado de manera local,  por vía oral, o usarse ambos de forma conjunta, si es necesario”. Fluconazol no cuenta con presentaciones por vía tópica, pero para ese fin existen otros antifúngicos de la misma familia que se administran en forma crema.

En ocasiones, estas infecciones por hongos pueden producirse de forma recurrente. En estos supuestos, Fuster recomienda, además del antifúngico, un probiótico que permita recuperar la flora vaginal habitual y prevenir de esta manera nuevas recurrencias.

Fluconazol también está indicado para el tratamiento de meningitis criptocócica (una infección fúngica en el cerebro), coccidioidomicosis (enfermedad del sistema broncopulmonar), infecciones por cándida en distintas localizaciones (sangre, corazón, pulmones, tracto urinario…), candidiasis en las mucosas e infecciones de la piel (pie de atleta, tiña inguinal, infección de las uñas u onicomicosis…).

Cómo administrar el fluconazol

“La pauta posológica de este fármaco varía mucho en función del tipo de hongo y de la patología que se trate, así como de su gravedad y localización”, señala Fernández Moriano.  “El tratamiento más común es por vía oral, en forma de cápsulas que suelen tener entre 50 y 200 miligramos y se suelen administrar de forma diaria”. Los tratamientos pueden durar una o varias semanas, y se suelen emplear dosis más bajas -como puede ser la de 50 mg- cuando se trata de una pauta diaria y dosis más elevadas -hasta 400 mg- cuando la dosificación es semanal. 

“En candidiasis vaginales normalmente empleamos la monodosis”, indica Fuster. Es decir, se administra una única dosis. A veces se recomienda el uso de forma conjunta -como coadyuvante- con un tratamiento local en crema o pomada.

También hay presentaciones de uso hospitalario que se administran por vía intravenosa y se suelen reservar para los casos  más graves, como las meningitis, y para las candidiasis invasivas o recurrentes. También se utilizan “cuando la vía oral no está disponible, como por ejemplo en los pacientes que no puedan tragar o estén inconscientes”, apunta el farmacéutico.

Efectos adversos de este antifúngico

Fernández Moriano especifica que fluconazol es un medicamento muy seguro y no provoca “ningún tipo de reacción adversa frecuente que pueda ser potencialmente mortal”. Sus efectos secundarios más habituales son inespecíficos, ya que afectan a muchos otros tipos de fármacos: dolor de cabeza, dolor abdominal, trastornos gastrointestinales (como diarreas, náuseas o vómitos), elevación de las transaminasas…

No obstante, reconoce que se han notificado “algunos casos de reacciones adversas graves, sobre todo de tipo alérgico”, pero reitera que por lo general es un fármaco que no suele dar problemas. En la ficha técnica del medicamento se indica que “se han notificado reacciones cutáneas graves, incluida la reacción a fármacos con eosinofilia y síntomas sistémicos (Dress)”.

Interacciones con otros fármacos

Aquellas personas a las que se les recete fluconazol deben informar tanto al médico como al farmacéutico de otros medicamentos que estén tomando, ya que pueden producirse interacciones. En concreto, está contraindicada la administración conjunta de este antifúngico con los fármacos cisaprida, astemizol, pimozida, quinidina y eritromicina, entre otros.

¿Se puede tomar con alcohol?

En lo que se refiere a la toma conjunta de fluconazol y alcohol, Fernández Moriano alude a la recomendación general: “Siempre se aconseja evitar el consumo de alcohol de forma concomitante con medicamentos”. En este caso concreto “no está descrita una interacción tan grave como puede ser la que se produce con las benzodiacepinas, que lleva a que el alcohol provoque una mayor depresión del sistema nervioso central”. En todo caso, recalca, “cuando se consumen estos antifúngicos azólicos también se recomienda evitar su toma conjunta con alcohol”. 

Fluconazol durante el embarazo

Debe evitarse el consumo de fluconazol durante el embarazo, salvo que el médico considere que se trata de un caso en el que no existe otra alternativa terapéutica y los beneficios son superiores a los riesgos. 

“En cambio, en la lactancia sí se puede tomar porque no parece que vaya a tener un gran efecto sobre los bebés y porque se estima, como ocurre con la práctica totalidad de los medicamentos, que los beneficios de la lactancia superan a los riesgos de la excreción del fármaco en la leche”, asevera el farmacéutico

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